Las piedras y cristales son grandes aliados para conseguir hogares armónicos y confortables.
Además de elementos decorativos, que desde luego lo son, las gemas y minerales activan los centros de energía y ayudan a restablecer el equilibrio emocional y físico.
Así al menos lo defiende la gemoterapia y así entendemos nosotros la relación con estas piedras preciosas o semipreciosas que colocamos en las distintas estancias de una vivienda.
El poder de las gemas siempre ha estado rodeado de un cierto misterio mágico.
Sin embargo, hoy en día sabemos que su atractivo tiene una explicación científica: como elementos naturales que son tienen una frecuencia de vibración capaz de modificar los objetos y espacios que los rodean.
Pero ojo, existe una máxima. Hay que trabajar esta relación es un sentido recíproco. Los cristales te cuidan si tú los cuidas a ellos.
Nosotros nos lo imaginamos como una suerte de pescadilla que se muerde la cola.
Si disfrutamos mirando estos cristales, si los situamos en la mejor ubicación, si deparamos en ellos a diario porque hacerlo nos produce satisfacción, ya estamos construyendo ese flujo de energía positiva que ellos reciben y devuelven y que repercutirá en el ánimo de las personas que se encuentran en ese ambiente.
Hay que tener en cuenta que existe un cristal con una energía adecuada para ayudarte a alcanzar cada meta o proyecto.
Por lo tanto, debemos preguntarnos qué queremos conseguir y a partir de ahí buscar el talismán que mejor puede ayudarnos. Y no solo eso, tendremos también que situarlo en el lugar correcto para que su energía fluya de la mejor manera posible.
¿Y si no sé exactamente lo que busco?
En ese caso, los expertos recomiendan tres cristales básicos: amatista, cuarzo rosa y selenita. Digamos que son el punto de partida para los no iniciados. Un trío que atrae las buenas vibraciones, la energía suave, la esperanza y el amor.
La amatista es una piedra protectora y muy poderosa que ayuda a bloquear las energías ambientales negativas. Actúa como un escudo y por eso los expertos recomiendan colocar uno de estos cuarzos en la entrada, recibidor o salón de una vivienda.
Pero hay muchas posibilidades. En el baño, cerca del agua, la amatista aviva la reflexión y la tranquilidad. En el dormitorio, junto a la cama, favorece el descanso y la relajación.
Si lo situamos cerca de las plantas ayuda a que estas se mantengan sanas y, en el lugar de trabajo, atraerá el conocimiento y la creatividad.
El cuarzo rosa es la piedra del amor incondicional y la paz. Por eso es un gran aliado en el dormitorio para reducir el estrés y abrirse a las relaciones de pareja.
La selenita infunde paz profunda y claridad mental. Atrae la positividad y hace que esta circule por todas las estancias de la casa.
Ideas para regalar
Además, las piedras y cristales también pueden ser una buena idea para regalar.
Por ejemplo, si nos invitan a conocer la casa nueva de unos amigos, es bonito sorprenderles con una turmalina u ónix negro. Las dos son piedras que promueven la protección del hogar y repelen la energía negativa.
Un detalle que siempre despierta la curiosidad de quienes no lo conocen y que resulta muy bien recibido por quienes prestan atención y cuidan las energías que les rodean.
Amor a primera vista
Y dicho todo lo anterior y aunque es verdad que sus propiedades naturales van más allá de su intención decorativa, el amor a primera vista también existe. Si de una forma u otra te sientes atraído por una piedra en concreto, déjate seducir por ella y no te preguntes mucho más.
A veces es bueno rendirse al capricho. Esa gema que te encanta seguro que provocará en ti sensaciones tan satisfactorias que despertará una energía positiva que se contagiará a todos los rincones del hogar.
¡Sigue tu intuición!