Desde Fhygge hemos querido rememorar los viejos tiempos rescatando las coloristas telas antiguas estilo damasco, geométricas que en su mayoría revestían antaño los colchones de tus familiares, estamos seguros que si preguntáis a vuestras abuel@s recordarán.
Hemos querido dar un homenaje a la decoración que está tan de moda esta que tiene que ver con dar una segunda vida a muebles, telas, usando materiales reciclados. Pero antes de meternos en este proceso de cómo se han creado, un poco de historia.
La zona de igualada fue pionera por antonomasia la más importante en el sector de tejido textil hay datos que verifican que ya desde 1282 había constituidas fábricas para tejer lana.Se hilaban a mano en las masías y era una de las tareas más practicadas en estos pueblos.
Alrededor del año 1800 con la llegada de la era industrial empiezan a aparecer artefactos como la conocida mule-jenny que era capaz de hilar hasta 8 husos.Poco a poco gracias a las innovaciones las fábricas se fueron actualizando y pudieron ir creando procesos de telar aunque técnicamente más complicados pero más económicos. El jacquard era lo más utilizado, sin embargo, un género que en esa época era una especialidad complicada y, aún ahora, las máquinas de jacquard son muy caras. Las “telas de colchón” de gran calidad hechas en Igualada se esparcieron por todos los lugares de España, por Marruecos y por Sudamérica, tanto en Argentina como en las antiguas colonias.
DEL DIBUJO AL TELAR
Hasta que una tela se tejía en un telar de jacquard, había todo un proceso artístico y técnico largo y laborioso. Primero, el dibujante de tejidos industriales, formado en una escuela de Artes y Oficios, fijaba la idea del diseño sobre un papel, normalmente coloreado en acuarela. Este dibujo debía mantener las dimensiones y proporciones reales que tendría el tejido futuro. Cuando el dibujante tenía hecho este primer dibujo, tenía que pasarlo a la puesta en carta.
La puesta en carta era el proceso intermedio entre el diseño original y el cartón picado que permitía, a través de una lectura técnica, la representación del dibujo en la fase del tisaje, es decir, a un lenguaje mecánico indispensable para su correcta ejecución en el telar.
El traslado del dibujo se realizaba sobre un papel especial, cuadriculado. Estas cuadrículas expresan la relación que existe entre la densidad de la urdimbre y la trama. Contado el número de hilos y pasadas por centímetro, se efectuaba una proporción para encontrar el papel adecuado: 10 en 12, 12 en 12…
El dibujo se pasaba a la cuadrícula que se ampliaba proporcionalmente al número de hilos (llegando incluso a puestas en carta de cuatro metros de largo). Por otra parte, el dibujo se contorneaba y se aplicaba la pintura de color a la aguada o guaix. Cada tonalidad de color representaba un determinado juego de hilos que tenían su correspondencia con la de los tejidos. La presencia de un mismo color en distintos lugares de la puesta siempre indicaba el mismo tipo de ligamento. La mayoría de puestas eran de uno o dos colores.
Cuando la puesta en carta ya estaba terminada, se hacía el picado del cartón. En los primeros años el proceso era manual utilizando matrices y punzones. Más tarde se utilizaron sistemas mecánicos.
Cada dibujo y puesta en carta era específica según el tipo de tejido a utilizar. El algodón, la seda, el lino, la lana o el estambre eran los tejidos en los que más se aplicaba la técnica jacquard. En Igualada, las fábricas de Bonaventura Martí, Ca l’Ortínez, Cal Font y Oleguer Godó trabajaban el algodón para la confección de colchas, colchas, sábanas, juegos de mesa y cutis (telas para colchones). Otras empresas fueron Cal Truco o Cuadras Barral.
RESCANTANDO LAS TELAS
Ya habéis leído que tenían un proceso bastante laborioso y nos parece una pena que estás telas queden abandonadas en el olvido. Así que desde el taller de Marta en igualada hemos querido darles una segunda vida.
No es sencillo encontrar estos colchones o telas puesto que la mayoría de fábricas están cerradas y os aseguramos que detrás hay una búsqueda exhaustiva.
Después viene una segunda fase que como normalmente vienen de colchones es hora de cortar, rescatar la tela, eliminar lo que no sirve y lavarla bien. Para que os hagáis una idea, por cada colchón pueden salir entre 5-8 cojines. Por tanto son colecciones muy pequeñas y salen piezas únicas.
Y ya por último se pasan a taller para ser cosidas y crear estos maravillosos cojines con estas telas que son del siglo XIX reutilizadas y recicladas.
Esperamos que os gusten tanto como a nosotras.